Símbolos de la literatura: el reloj
Símbolos de la literatura: el reloj. Durante la historia de la literatura, no son pocos los símbolos que podemos encontrar en multitud de obras que actúan como pequeños “caballitos de Troya”.
Estos símbolos de la literatura se cuelan a través de las fauces literarias y descargan en el subconsciente una compañía de soldados que nos estrujan la cabeza para hacernos recordar. De esta forma, recordamos todas las veces que hemos leído esas mismas palabras, que nos han seducido iconos tan sugerentes, que nos hemos identificado con símbolos tan cotidianos como pueden ser un espejo o un reloj.
En el artículo de hoy hablaremos específicamente del reloj y os mostraremos más de un ejemplo sobre ello, ¿estás preparado para descubrir lo que pueden esconder unas manecillas?
SÍMBOLOS EN LA LITERATURA: EL RELOJ
El sonido del reloj, ese insoportable TIC-TAC
Desde épocas remotas, el tiempo también ha espoleado la imaginación de escritores y poetas. Uno de estos ejemplos nos lo acerca Virgilio, quien dejó escrito en sus Geórgicas:
“Sed fugit interea, fugit irreparabile tempus”
(Pero huye entre tanto, huye irreparablemente el tiempo)
El hombre, mortal al fin y al cabo, siempre se ha sentido impresionado y atraído por la idea y la búsqueda de la eternidad, por parar el tiempo.
Los niños de Las Crónicas de Narnia viajaron a un mundo donde no pasaba el tiempo real, y el Sombrerero Loco y la Liebre de Marzo de Alicia en el País de las Maravillas estaban atrapados en una perpetua fiesta del té, ya que el Tiempo temía por su vida desde que la Reina de Corazones sentenciara que los horribles versos del Sombrero eran una estúpida forma de matar el tiempo y merecían que su autor perdiera la cabeza.
Igual de tirano era el gobernante del cuento anónimo de Calleja Bofetadas a las doce (1911):
—¡No son las doce menos cuarto! —rugió el monarca.— ¡Son las doce en punto, y esos relojeros, que Dios confunda, así saben de hora como yo de freír espárragos! ¡Que los ahorquen provisionalmente, mientras dispongo el castigo que merecen!
El reloj en la saga juvenil Harry Potter
En la popular saga juvenil Harry Potter, los relojes cumplen también un destacado papel. Hermione Granger, la mejor amiga de Harry, recibe de manos del director un artilugio, el giratiempo, con el cual podía viajar hacia atrás en el tiempo para así asistir a todas las asignaturas de las que se había matriculado.
Igualmente, la familia de Ron Weasley, quien completa el trío de amigos que protagoniza la saga, posee un reloj que indica la localización o estado de cada miembro de la familia (Casa, Escuela, Trabajo, Viajando, Perdido, Hospital, Prisión, Peligro de muerte, etc.).
Por último, el Ministerio de Magia de la obra cuenta con una cámara, la Sala del Tiempo, repleta de relojes hechizados con propiedades raras y desconocidas.
El reloj puede ser símbolo de estatus
El reloj puede ser símbolo de estatus, como aquel personaje de Zunzunegui que adquiere el reloj de pulsera más grande que encuentra en Bilbao y se pasa su tiempo libre consultando la hora. Bien podría recibir la respuesta de otro personaje literario, éste de La zanja de Alfonso Grosso, que replica a su amigo:
“¿Para qué queremos tú y yo un reloj? Ganas de complicarte la vida. Mientras haya por el mundo fulanos que carguen con un reloj, es peso que te ahorras de llevar encima.”
Córtazar y el reloj
En su Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj, Cortázar también reflexiona sobre la carga del reloj. Cuando te regalan un reloj, no te dan solamente el reloj, sino que …
- “te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca.
- Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico.
- Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa.
- Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.”
Quevedo
Además, el reloj es un autómata riguroso. A pesar de lo que piensa el Sombrerero Loco, no es posible negociar con él. Es la viva imagen de la precisión. Como dijo Quevedo,
“Reloj que sin cuartos diere
horas muy bien concertadas,
ése da horas menguadas:
¡triste de la que le oyere!
El que cuartos no tuviere,
si tiene ochavos es harto.
Yo los quiero relojes,
y no muchachos,
que me den cada hora
y aun cada cuarto.”
Valle-Inclán
Finalmente, el reloj desquicia. Su implacable tic-tac, como gotas de agua golpeando contra el fregadero, nos recuerda su transcurso imparable, que nos acerca segundo a segundo, minuto a minuto, a nuestro final. En su Sonata de invierno, narra Valle-Inclán:
“... en los momentos de silencio el latido de un reloj, como si fuese la pulsación de aquella casa de fraile donde reinaba una vieja rodeada de gatos.”
El tiempo nos envuelve, nos atraviesa, pero no perdona. Mientras el reloj repiquetea rítmicamente, el tiempo se nos escapa, vuela lejos de nosotros. El único consejo posible ya lo dio Horacio:
“Carpe diem, quam minimum credula postero”
(Aprovecha el día, no confíes en el mañana)
¿Conocías la importancia que puede llegar a tener un símbolo como el reloj dentro de una obra literaria? Sigue leyendo este artículo en nuestro blog #escritores #curiosidades Clic para tuitear
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